La
acción formativa que se plantea pretende integrar todas las áreas en
proyectos unificados, tal y como estas áreas se presentan en la vida
cotidiana. Sólo de esta manera se da un aprendizaje en el que se
desarrollan las relaciones necesarias entre las diversas materias
tratadas, en función de una situación diaria. Agrupar todos los
elementos de estudio en torno a un punto unitario, que una y dé
significado al resto. Estructurar orgánicamente el programa. Desde este
planteamiento se pretende favorecer la adquisición de conocimientos y
experiencias de un modo intuitivo, a través de acciones cotidianas, que
es el modo normal de funcionamiento de este colectivo. Al plantearse la
interdisciplinariedad, lo importante es establecer los criterios más
adecuados para la estructuración del programa. Si partimos para ello de
los intereses del joven, el programa puede adquirir un sentido personal
para cada alumno y hacerse psicológicamente “atractivo”. Entendida así,
la interdisciplinariedad se puede plantear como una unidad de trabajo y
estudiarla con sus implicaciones desde las distintas áreas. El punto de
partida de un trabajo interdisciplinario será un proyecto de trabajo
que sea real y pretencioso, en el que se plantean una serie de retos, y
también una serie de problemas a los que habrá que dar respuesta y
solución. Los educadores que se plantean un trabajo interdisciplinar
partirán de una programación en equipo donde prevean:
1. Los objetivos comunes
2. La búsqueda de estructuras comunes a las distintas disciplinas y las técnicas que deben emplearse
3. La búsqueda de los núcleos del programa, que se consideren fundamentales para el logro de los objetivos prefijados
4. La programación de los encuentros interdisciplinares y las tareas a realizar
Para que pueda aplicarse este modo de trabajo es fundamental, antes incluso de plantear estrategias metodológicas y didácticas, que se dé un clima de comunicación amplio y exista una facilidad para el trabajo en equipo |